El aislamiento de la vivienda como mitigador de la pobreza energética
El invierno es para muchas familias sinónimo de miedos y sufrimiento. Mientras algunos disfrutan de la escarcha matutina, las nevadas o los vientos polares desde la comodidad de sus salones climatizados en mangas de camisa, los menos afortunados utilizan prendas de abrigo para combatir el frío en el interior de unas viviendas en las que las temperaturas son tan bajas como los niveles de ingresos.
Bronquitis crónica, depresión o ansiedad son solo algunas de las patologías cuya incidencia puede aumentar exponencialmente como consecuencia de la temida pobreza energética, considerada un problema de salud pública por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Un informe reciente de Médicos del Mundo estima que la pobreza energética afecta a 6,8 millones de personas en España y a un tercio de la población mundial, con un aumento de la mortalidad y de diversas patologías como consecuencia de la falta de suministro energético.
“La pobreza energética se define como la situación en la que se encuentra un hogar en el que las necesidades básicas de suministros de energía no pueden ser satisfechas, como consecuencia de un nivel de ingresos insuficiente, y que puede ser posiblemente agravada por disponer de una vivienda ineficiente en energía”, explica el Ministerio para la Transición Ecológica en su actualización sobre la estrategia contra este problema publicado en diciembre de 2021.
El análisis, relativo al año 2020, refleja el impacto negativo de la pandemia como consecuencia de los confinamientos y la reducción de la actividad económica y calcula que casi un 11% de la población no pudo mantener su vivienda a la temperatura adecuada durante el invierno.
La situación se ha visto agravada en los últimos tiempos por la vertical escalada de los precios de la electricidad y el gas. Según un informe de Bank of America, en la llamada crisis energética, la escalada de los precios podría suponer un incremento de las facturas de gas y electricidad de los consumidores españoles de 476 euros entre 2021 y 2022.
En el balance de su estrategia contra la pobreza energética, el gobierno reconoce que, al igual que en el caso de los gastos energéticos desorbitados, parte de la dificultad por mantener la temperatura adecuada en invierno “están directamente relacionados con la eficiencia energética de los hogares”.
Investigadores de la Agència de Salut Pública de Barcelona han comprobado que gran parte de las muertes que se producen en España asociadas al frío extremo podrían evitarse con algo tan simple como el aislamiento térmico de las fachadas de los edificios.
Especialmente en los edificios construidos antes de la entrada en vigor en 1980 de la normativa de aislamiento térmico en los que la falta de elementos de aislamiento puede propiciar enfermedades respiratorias, cardiovasculares o, incluso mentales.
Además de solventar un problema básico de salud pública, en Andimat creemos que la rehabilitación de edificios haciendo énfasis en el aislamiento es una prioridad para las autoridades europeas y nacionales por el desperdicio energético y la contaminación de los hogares. Actualmente en España los edificios representan casi un 35% del consumo total de la energía y el país cuenta con una dotación de 4.420 millones de euros para rehabilitar entornos residenciales y construir viviendas sociales energéticamente eficientes. Hagamos posible que el aislamiento sea una parte fundamental de estas rehabilitaciones y pongamos, al mismo tiempo, freno a la pobreza energética